A.J. and the Queen

Esta serie fue muy esperada por la población  LGBTI y todas aquellas que son fans de Ru Paul Drag Race, reality que ayudó a desenterrar de la clandestinidad a las travestis y drag queens colocando al transformismo en una más de las categorías artísticas a las cuales apreciar a nivel internacional. Es cierto que la  serie ha tenido críticas, desde aquellas que dicen que es terrible, rosa, fantasiosa, sosa, entre otros calificativos escritos ya sea por quienes tienen expertise en el tema así como de aficionados; sin embargo, me parece que las lecturas que se han hecho de la serie suelen ser superfluas, cortas, e incluso injustas, está por demás decir que estas críticas han sido hechas sin perspectiva de género, interseccionalidad ni de diversidad sexual. Es por ello que me he dado a la tarea de hacer una análisis desde mi ser mujer, lesbiana, feminista que ha crecido en este ambiente con la cultura gay pop.

Primero ubiquemos quien es Ru Paul: un hombre negro, gay, obvio, drag queen que creció en el sur de Estados Unidos. Actualmente tiene 59 años, es decir,  ha vivido durante varias décadas, atravesando las etapas de la liberación sexual, el amor y paz, la llegada del sida, la salida de la homosexualidad del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) que era considerada una enfermedad mental.

Es necesario recordar que perdimos a toda una generación de elegebeteis que no logró llegar a la vejez, por eso le es tan significativa la visibilidad en la población Queer o cuir. Si bien Ru Paul ha tenido desafortunados comentarios y actitudes, les recuerdo, ¡reinas! que nadie nace sabiendo, todas tenemos prejuicios bien arraigados en  nuestro ser, a lo que quiero llegar es a lo siguiente “ni muy muy ni tan tan”, hay que entender  lo que se nos presenta con bagaje cultural  del cual hace parte el  contexto histórico.

Ahora bien, hablemos A.J. and the Queen, la serie que me hace recordar a Priscila La Reina del desierto donde  la historia involucra a una cría, una drag queen y una casa rodante, nada novedoso tal vez, pero  pongamos atención a los personajes:

Hablamos de una drag queen negra cercana a la tercera edad. Recordemos que las personas negras así como muchas de las poblaciones que se alejan de la hegemonía blanca, heterosexual, católica, no solemos ser representadas en los medios de comunicación o somos presentadas como seres caricaturescos e incluso grotescos, lo cual solo abona a los estereotipos. Es  por eso que esta serie rompe  un poco con el  molde del hombre gay  masculino, de clase media o alta, discreto, buen cuerpo, lo que usualmente buscan en grindr, manhunt y otras apps de ligue o encuentros sexuales: una versión «sanitizada y aceptable de ser homosexual».

A parte de la representación, considero que muestra como suele ser la generación que envejeció, la que logró hacerlo, que vive en la periferia de la sociedad, quienes no tienen seguridad social, quienes tienen una discapacidad, una mujer que tiene una adicción a las sustancias, las LGBTI que no viven en las ciudades, a las que estuvieron privadas de la libertad, las otras, las marginales.

Piensenlo, busquen en su acervo cultural a un personaje negro, con sobrepeso, con diabetes y drag queen ¿lo encontraron?, pues yo no. Louis es un personaje bastante simpático que no  vive lamentándose de la ceguera con la que vive, sino que al contrario convierte una discapacidad en una ventaja, pues  hace mofa de su propia condición, no con conmiseración, y utiliza su discapacidad de manera creativa.

Bueno, sigamos con Robert una drag queen vieja, en bancarrota con el corazón roto, siendo protagonista de una serie cuando las historias a las que las empresas nos han acostumbrado  donde se exalta la, juventud, belleza, éxito amoroso-económico, con un desbordamiento de blanquitud es lo que vende. A lo que se aspira  parte del mercado rosa, no es de extrañarse que haya sido tan poco querida, ya que no es lo deseable.

Siguiendo con los personajes, está el caso de la mujer trabajadora sexual llamada Brianna con adicción a las sustancias, es una historia que es muy común de migración forzada de las mujeres de lugares rurales a las ciudades. Lo sorprendente es que la historia no gira en torno a ella, sino a la relación que van tejiendo la hija de ésta con una apariencia masculinizada. Situación que derrumba uno de los mitos sobre los gays que la sociedad conservadora se ha encargado de sembrar, según ellos las personas LGBT no deberíamos tener infantes a nuestro cuidado, porque les haremos daño, que la paternidad así como la maternidad no es para nosotras porque estamos desequilibradas, ya saben los mismos argumentos rancios de siempre.

También muestra un poco del negocio de las inyecciones piratas a las que se someten muchas de las travestis, drag queens, trans. Esto a través del personaje de Leilani que provee de servicios cosméticos piratas, que desembocan en problemas de salud, problemática que usualmente desconoce la población en general, pero que es sumamente grave.

Aunque si bien, puede caer en estereotipos en particular sobre la población latina con el personaje de Hector, de hombres conocidos como mayates y chacales que suelen sacar provecho de hombres gays mayores o de mujeres trans, de igual manera pone en el reflector a las poblaciones que usualmente no aparecen en la pantalla, grande, chica o streaming más que para hacer personajes estereotipados, despojándonos de la parte humana.

Yo no sé ustedes pero  como lesbiana que ha visto desfilar ante sus ojos películas y series lésbicas que tienen el síndrome de la lesbiana muerta, es  decir, que usualmente la primera en morir es la lesbiana. Además de que manera habitual alguien termina suicidándose, en la cárcel, historias trágicas en su mayoría ( y luego se quejan de que somos bien intensas), esta serie es una bocanada de aire fresco a tanto drama, al que la población esta acostumbrada.

Si me preguntan ¿es la mejor serie producida LGBT? por supuesto que no, hay inconsistencias, falta de remates en la comedia, estereotipos, claro, vamos tampoco es una película hecha por Derbez, hay series realmente feas, largas como cuarentena. Como Luke Cage que fue aburridísima, por si les gustan las de superheroes/heroinas  ¡no la vean!. En fin, no es la mejor ejecución, pero tiene ciertos destellos de genialidad y lo mejor aun (spoiler alert) ¡nadie se muere goey!, creo firmemente que merecía una segunda temporada, mis queridos gays, blancos con harto privilegio, no todo es Queer as Folk o *inserte serie genérica*. 

Al final las tramas sobre las series LGBTIQ  durante varias décadas han representado realidades duras , dolorosas con  bastante sufrimiento, pero se han dejado fuera aquellas historias  que no terminan de manera desastrosa, aquellas que nos devuelven la esperanza , que no nos muestran como estereotipos con piernas, las que cuentan realidades comunes, las realidades de las personas que no son ricas, blancas, delgadas, clase media o alta.

Se necesitan narrativas para las neuro divergentes, con discapacidad, las pobres, las racializadas, sin una mirada que infantiliza, puesto que nos coloca en el lugar de la población que necesita ser rescatada, sino como personas multidimensionales, porque si bien nuestra orientación sexual e identidad de género es parte de quienes somos, no es lo único.

Por Alma Laura del Castillo

Una respuesta a “A.J. and the Queen

  1. Se ve que te forzaste cabrón por justificar esa bazofia, me sorprende que siendo feminista pasaras por alto el subtexto pédofilo, hasta Trixie Mattel lo notó. Tiene estereotipos ofensivos incluso para la comunidad lgbtq. Wtf.

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