Hola, les escribo en silencio desde lo profundo de mi armario porque tengo miedo de que las personas se enteren que estoy dentro junto al monstruo de colores y le hagan algo.
El código de vestimenta de mi familia es como el de la de la mayoría de las personas, no se permite vestir nada que no sea blanco o negro. Ellos dicen que es para mantenerse siempre elegantes, pero la verdad es que yo me siento en un eterno funeral.
Recuerdo cuando un día caminando por la calle y vi a alguien vistiendo de rojo y rosa, la gente alrededor comenzó a verla raro y comentando cosas malas por vestir así. Yo estaba muy confundida porque estaba fascinada y me dieron ganas de vestir igual, pero me quedé callada ya que las personas alrededor se encargaron de arrebatarle esos colores y ponerle un fúnebre negro.
Con el tiempo comencé a sentirme mal, ya que todxs parecían estar felices con el código de vestimenta menos yo. Creía que había algo mal en mi por no pensar como el resto, y este sentimiento se incrementó cuando comencé a descubrir más colores, específicamente con las prendas color azul, blanco y rosa. Afortunadamente encontré personas que pensaban igual que yo, y otras que, aunque no lo hacían no veían mal que yo tuviera otras preferencias. Gracias a ellos me di cuenta de que no era la única y, aún más importante, que no estaba mal por no querer vestir igual que el resto.
A pesar de que todos los días las personas me advierten del monstruo que habita en el armario, yo le temo más a ellos.
De hecho, mi armario se ha convertido en algo muy especial para mí, ya que de manera secreta fui adquiriendo prendas de los colores que me gustaban. Algunas me las han regalado, otras han sido producto mío, pues cada cierto tiempo me pongo a tejer y un par me las ha obsequiado el monstruo de colores con quien a veces me pongo a jugar dentro del armario donde nadie puede vernos.
Hoy nuevamente me encuentro vestida de blanco con negro, y aunque es un día lluvioso como de costumbre, me llena de esperanza ver a lo lejos un arco de luz multicolor que nadie es capaz de borrar.
Por Dinora
A Falta de Pan 